Un sacerdote santafecino está construyendo un centro agropecuario en la selva africana
Se trata del fray Jorge Bender, quien está al frente de la Agropecuaria San Francisco, en Mozambique. Esta semana se reúne con el Papa Francisco, a quien le presentará este proyecto. “Me acompaña una convicción: no tenemos la solución a todos los problemas del mundo, pero ante los problemas del mundo, tenemos nuestras manos”.
Por Marisa Massaccesi | 21-09-2021 07:00hs
Jorge Bender se presenta como sacerdote y fraile franciscano, y como un hombre que tiene claras sus convicciones. Santafecino, y con 62 años, estuvo 5 años compartiendo una experiencia misionera en tierra africana, que dejó huellas en su corazón y su vida, hecho que hizo que regresara para realizar un proyecto de trabajo y desarrollo.
Comenzó a llevar su sueño al terreno de lo posible cuando ya tenía claro que su meta era emplazar una unidad de producción agropecuaria modelo y una escuela profesional en uno de los lugares más pobres y desolados de África.
Es así que en Jécua, una aldea de la provincia de Manica, Mozambique, lugar que queda a 1200 kilómetros al norte de Maputo, la capital de este país africano y a 48 horas de viaje en camioneta, en un paisaje donde todo pareciera estar lejos del alcance del hombre, ya que no hay ni electricidad, ni agua, se erige orgullosa la “Agropecuaria San Francisco”, esta obra en la que Bender está al frente desde hace más de dos años. “Se trata de proyecto de Auto-sustento y de desarrollo que permitirá mejorar las condiciones de vida de mucha gente”, señaló el sacerdote.
El campo donde se está construyendo tiene una extensión aproximada de 200 hectáreas de buena tierra y clima propicio para el cultivo y la cría de animales. Allí los franciscanos de la “Custodia Santa Clara de Asís”, en comunión con el fraile argentino pusieron manos a la obra para para acompañar de cerca el proyecto y colaborar en la atención pastoral de las numerosas comunidades que se encuentran en la zona (son 74 pequeñas aldeas).
La obra comenzó con la construcción de un galpón-residencia donde vivir. Luego se colocó paneles solares, y acto seguido, el alba fue el escenario para empezar a cultivar el campo y producir frutas varias y cereales.Emplazó un gallinero, donde las vacas y los cerdos forman parte de la granja. Luego siguieron los peces.
Con este escenario, Bender está evaluando también la posibilidad de levantar un viñedo: “Ni siquiera tenemos vino de misa, así que pensé por qué no producir un vino bueno, así que pronto vendrá un enólogo también”, señaló ilusionado.
Con este abanico de actividades, se podrá atender y acompañar las numerosas vocaciones a la vida franciscana y será fuente de trabajo para muchas familias de la zona. Teniendo en cuenta que la zona de Jécua está cercana a las ciudades de Manica, Chimoio y Beira y es limítrofe con Zimbabue, se contará con mercado donde ofrecer los productos orgánicos, que deberán ser valorados por su calidad y pureza natural franciscana.
“Nuestro horizonte es provechar, de modo franciscano, todas las fuentes de energías sustentables y ecológicas que la zona nos ofrece: solar, eólica, reciclado de materias orgánicas (biogas)”, detalló.
¿Por qué eligió a África para el proyecto?
“Ojalá que nos contagiemos un poco de este concepto de la ética africana y, de este modo de pensar en relación a los demás para superar el galopante individualismo en que vivimos”, relató.
Para Bender, conocer África marcó como una especie de momento bisagra en su vida. Cuando pisó este continente, marcado por la pobreza eligió quedarse con los valores de su gente. “De 2006 a 2011 hice una experiencia misionera allí, que me apasionó y fue así que tuve el anhelo de volver con un proyecto con repercusión social, que se inscribe en la óptica de las dos grandes encíclicas programáticas del papa Francisco: Laudato Sí y Fratelli Tutti”, contó.
Agregó que lo movilizó la aventura apasionante de soñar y construir un espacio en que el trabajo sea el motor que dignifica a las personas y las familias: “Me acompaña una convicción: no tenemos la solución a todos los problemas del mundo, pero ante los problemas del mundo, tenemos nuestras manos”.
Llevando como bandera, las acciones propias que caracterizan al agricultor en acción, como son sembrar y recoger, Bender suma los verbos compartir e involucrar, desde el llamado a participar en este proyecto y restituir, que es “reconocer que lo que somos y tenemos viene de Dios y nos hace más plenos cuando lo compartimos en solidaridad y servicio”.
Convencido en la regla ética y filosofía sudafricana UBUNTU, enfocada a la lealtad con las personas y a su manera de relacionarse, y que en la cultura xhosa significa “yo soy porque somos”, fray Bender la abraza y nos recuerda que “lo que engrandece a los demás me engrandece también a mí, lo que denigra y destruye al otro también me afecta a mí, porqué somos parte de una totalidad”.
Fray Bender, ya está en Roma para presentar oficialmente en el Vaticano este proyecto, que por supuesto cuanta con el respaldo del papa Francisco, a quien conoce desde hace mucho tiempo, ya que lo tuvo como rector y maestro cuando estudió Teología en el Colegio Máximo de San Miguel, de los jesuitas, durante seis años.
Seguir leyendo: Ayerza: ¿el fotógrafo del Martín Fierro?