Vivir en la Ruralidad, según EDUARDO BUZZI
Expresidente de la Federación Agraria Argentina (FAA), Eduardo Buzzi es un productor agropecuario y dirigente histórico del sector empresarial, particularmente representando a los pequeños y medianos productores. Su compromiso con el sector rural y con la argentinidad lo caracterizaron a lo largo de su vasta trayectoria. Su posición expresa a la de miles de familias de raigambre rural. Este es su mensaje, su aporte al debate que proponemos seguir regando.
Por Redacción El Agrario | 11-03-2023 07:07hs
Yo nací en la ruralidad y viví mi infancia y parte de mi juventud en la ruralidad. Recuerdo muy bien, era muy lindo aquello. Porque además de vivir yo, mi familia y mis padres y tíos en la ruralidad, éramos parte de toda una colonia.
En un rancho de barro con piso de tierra, ahí nací y me fui criando. A 500 metros había otra chacra, otra familia. Y a 1000 metros había otra chacra y otra familia. Éramos parte de la Colonia Apaolaza, de J.B. Molina, en el departamento Constitución, al sur de la provincia de Santa fe.
Eran 30 chacras. Y las 30 chacras estaban pobladas, y allí vivía gente. Y nos juntábamos en alguna de las chacras, en familia, nos llevaban nuestros padres que iban a jugar a las bochas o a las cartas, a divertirse, a organizar un bailongo, a pasar momentos de distensión.
Porque la vida de la ruralidad que yo conocí era una vida dura. El maíz se cosechaba a mano. Venían los obrajeros santiagueños a hacer la cosecha. Era un momento esperado porque en dos meses la colonia se llenaba de gente que venía a hacer la cosecha del maíz.
Pese a esa dureza, fue un tiempo hermoso del cual tengo los mejores recuerdos. Yo tuve la suerte de formarme en esa ruralidad.
Pero, con el tiempo, vinieron los cambios, las tecnologías. Y hoy estamos en las antípodas de esa realidad. Hoy estamos en el desierto verde, solo soja, sin gente.
En la década de los ’90 desaparecieron 100.000 chacareros. Muchas de esas chacras a las que hice mención. Toda esa gente, muchos de ellos perdieron su pedazo de campo. Lo tuvieron que vender. Porque las deudas con los bancos exigieron que tengan que vender. Y después vino De la Rúa, y siguió la hemorragia. Ahí se pierde esa ruralidad de la “Pampa Gringa”. Hay crisis en las economías regionales y se pierde la ruralidad en el Chaco, en Tucumán, en Formosa, en Santiago del Estero. El NOA y el NEA se desangran, porque al perderse la ruralidad, al perderse la caña de azúcar, por ejemplo, muchos trabajadores cañeros se van a vivir a Berazategui o a Florencio Varela. Y al perderse el algodón, decenas de miles de obrajeros del algodón se van a vivir en La Matanza o a Moreno.
Entonces, uno se encuentra las tonadas chaqueñas, santiagueñas, tucumanas, en el Conurbano Bonaerense, o en el Gran Rosario.
En la década de los ’90 desaparecieron 100.000 chacareros
Después de la tremenda crisis del 2001, con la llegada de Duhalde al gobierno se empieza a recomponer la situación. Y la verdad empieza otra vez a haber algo de rentabilidad y los chacareros sobrevivientes logran algún nivel de progreso con Duhalde, con Lavagna. Con la llegada de Néstor Kirchner empieza la ilusión de que podemos volver a reconstruir una política agropecuaria que fue destruida por Domingo Felipe Cavallo en los ’90, con la desaparición de la Junta Nacional de Granos, la Junta de Carne, los fondos especiales para las distintas economías regionales. Todo eso que se destruyó en los ‘90.
Con Néstor en el gobierno pensábamos que íbamos a poder impulsar una ley para frenar la extranjerización de las tierras, por ejemplo, y se tardó años en lograrlo. Recién en 2011 se aprobó la Ley 26.737.
Pensábamos impulsar una ley para sostener la agricultura familiar, para que exista una agricultura con agricultores y no el desierto verde sojero que hoy tenemos. Empezamos con Miguel Campo en 2002. Estamos en el 2023, pasaron 21 años. Todavía no están los fondos disponibles, para esta reparación histórica de la agricultura familiar.
Pero, pongamos atención en un dato importante: 17 de esos 21 años fueron gobernados por el peronismo, ¡Ojo! Podremos echar la culpa parcialmente a Macri, por supuesto, porque no hizo nada al respecto. Pero lo cierto es que 17 años estuvieron gobernados por gobiernos de base, de origen justicialista, peronista. ¿Qué está pasando? 21 años y todavía no tenemos una ley para la agricultura familiar; menos aún para reparar algo que se parezca a la Junta Nacional de Granos, a la Junta Nacional de Carnes. Yo me cansé de proponer la Agencia de Promoción del Comercio Granario Argentino, un ente moderno para defender los precios y los granos. No fui escuchado.
Muchas veces sostuve la necesidad de controlar el contrabando de granos que pasan por nuestros puertos. Tampoco fui escuchado.
Muchas veces propuse que se creara un seguro multirriesgo, para ayudar a los productores a afrontar contingencias como el granizo o ahora la sequía que va a llevar a la quiebra a muchísimos productores, y tampoco fui escuchado.
Siempre dije, durante años, que hacía falta segmentar las retenciones, no se puede tratar por igual a los que son distintos. Y tampoco fuimos escuchados. Insisto, y la mayor parte de estos años tuvimos gobiernos de origen peronista. Y lo marco porque fue el peronismo el que puso en marcha sistemáticamente la colonización del campo argentino, hasta ese momento controlado exclusivamente por los terratenientes.
Es muy difícil reconstruir la ruralidad cuando la política no tiene interés en asumir este tema, en diseñar políticas de estado que permitan generar alternativas de vida distintas para cientos de miles de familias argentinas.
hace falta generar la política de regresar al interior, retornar al interior, repoblar el interior
En el conurbano bonaerense hoy hay viviendo, en un radio de 100 kilómetros del Obelisco, a más de 15 millones de personas.
Eso está sucediendo hoy y la gente, fundamentalmente los que vienen del campo a la gran ciudad, no la pasan bien, viven hacinados y muchas veces sin los servicios indispensables para el desarrollo humano.
Entonces, hace falta generar la política de regresar al interior, retornar al interior, repoblar el interior. Con un Ley de Promoción Industrial Agropecuaria específica, con decisiones estratégicas que lleven la obra pública al interior profundo del país.
Porque está se hagan cloacas, se lleve el agua, la energía eléctrica y la obra pública a La Matanza, pero en el norte de Santa fe también se necesita, en el Chaco, en Formosa, en todo el NEA y el NOA, en la Mesopotamia se necesita.
Es necesario que haya obra pública para contener, para generar condiciones y contener a la gente en el interior, y que servicios de educación y de salud, que haya planes específicos para ese interior profundo argentino y que la ruralidad sea el lugar donde se puede vivir felices.
Termino con esto. Mi familia viene del norte de Italia, un pueblito cercano a Turín, los Buzzi, provincia de Alessandria, cercanos a Turín. Me remonto a 500 años al pasado. La casa donde nació mi abuelo fue construida por el abuelo del abuelo de mi abuelo, en el año 1580. Ahí se construyó esa casa. La casa sigue estando en pie, el pedacito de campo sigue siendo de la familia Buzzi. Son ocho hectáreas. El paisaje, en el norte de Italia, es hoy el mismo que el que existía en el año 1580. Mantienen el mismo paisaje.
Y eso mantiene a la gente viviendo en la ruralidad. Por dos grandes razones: la primera, la seguridad alimentaria. Pasaron guerras y tuvieron hambre, por lo tanto, lo primero que hacen es garantizar la seguridad alimentaria. Lo segundo, es un equilibrio demográfico. En Roma no hay más de 5 millones de personas, en el gran Buenos Aires, más de 15 millones de personas.
Ellos mantienen el modelo de 1580. Nuestro modelo de desarrollo agrícola empezó en 1880. La primera exportación de trigo sale de Casilda en 1884. Si seguimos por el camino en que vamos, para el año 2030, 150 años después, ese modelo de desarrollo agropecuario con gente, con rostro, con respeto por el medio ambiente, de base familiar; ese modelo de desarrollo agropecuario habrá desaparecido. Habrá quedado un gran desierto verde sojero, donde no andan ni siquiera los pajaritos