Vivir en la Ruralidad, un debate trascendente
El Agrario debe su nombre a nuestra vocación por defender la ruralidad, no solo como fuente principal de producción de alimentos, sino como una elección de vida. Cuando pareciera que el mundo avanza indefectiblemente hacia la conformación de enormes megalópolis, nos atrevemos a poner en tela de juicio ese destino, pese a que muchas veces se lo presenta como irremediable.
Por Jorge Pirotta | 05-03-2023 03:19hs
Con una fuerte convicción y con la intención de que se expresen todas las ideas alrededor de esta temática, abrimos hoy un espacio, que se va a ir ampliando y desarrollando a través de múltiples notas, para impulsar este debate que consideramos de carácter estratégico, no solo para los argentinos y argentinas, sino para toda la humanidad.
¿Quién es más feliz, la persona que vive en contacto estrecho con la naturaleza o la que vive en una “selva de cemento”? ¿En qué ámbito se afianzan las relaciones interpersonales?
Se suele afirmar que quien vive en el campo se encuentra aislado, pero ¿acaso no hay millones de seres humanos en soledad en las grandes ciudades? Estar rodeados de personas no implica necesariamente que se esté integrado o integrada a una comunidad.
¿Por qué puede ser importante discutir este tema en la Argentina?
La Argentina ocupa el 8° lugar en extensión entre todos los países. Somos el país de habla hispana más grande del planeta, con 2.780.400 km² solo si se considera la superficie continental sujeta a nuestra soberanía efectiva. La plataforma continental de la Argentina, reconocida por la ONU en 2016, llega a los 6.581.500 km², lo que la convierte en una de las más grandes del mundo, extendiéndose desde el continente americano hasta el Polo Sur en la Antártida, a través del Atlántico Sur.
Si contamos a las islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y otras numerosas islas menores cuya soberanía reclamamos, pero aun siguen bajo administración del Reino Unido, más la porción del continente antártico a la que denominamos Antártida Argentina al sur del paralelo 60° S, sobre la cual nuestro país reclama soberanía, la superficie de la Argentina se eleva a 3.761.274 km². Somos uno de los veinte países que tienen presencia permanente en la Antártida, siendo entre ellos el que tiene mayor cantidad de bases permanentes, con seis bases en total.
¿Quién es más feliz, la persona que vive en contacto estrecho con la naturaleza o la que vive en una “selva de cemento”?
Estamos en el lugar 31° en cantidad de población (46.044.703 millones según el censo 2022), pero en el puesto 173° en densidad de población: 16 habitantes por kilómetro cuadrado, es decir, 16 personas cada 100 hectáreas. En otras palabras, somos un país de grandes dimensiones con escasa población.
Pero, a mi humilde modo de ver, es indispensable observar más profundamente este asunto. Porque con la densidad poblacional pasa algo parecido que con el “ingreso per cápita” que generalmente nos dice que estamos mucho mejor de lo que en realidad estamos, porque no tiene en cuenta la distribución del ingreso.
Vivir en la Ruralidad constituye, claramente, un debate trascendente.
Más allá de la baja densidad poblacional que tenemos, la realidad demuestra que más del 90% de nuestra población vive en poco más del 2% de nuestro territorio. O sea, tenemos una brutal concentración urbana que llega a niveles que deberían alarmarnos, o al menos llamarnos la atención.
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) tiene una densidad poblacional de 15.000 habitantes por kilómetro cuadrado, casi como el Principado de Mónaco que tiene 19.500 hab/km2. Rosario tiene 5.000 habitantes por km2 y Córdoba capital 2.875 personas cada 100 hectáreas.
En el Área Metropolitana Buenos Aires (AMBA), es decir CABA más Conurbano bonaerense, vive el 40% de la población total de nuestro país, ocupando una superficie de un poco más de 13 mil km2 (menos del 0,5% de la superficie continental) y con una densidad de 1.076 hab/km2.
De acuerdo a como presentamos esta nota, cabe preguntarse entonces si vivir en la ruralidad o, dicho de otra forma, volver la mirada hacia el campo, ¿No debiera analizarse como una estrategia nacional? La ocupación territorial es la base de la soberanía, aquí y en cualquier parte del planeta. Y nosotros, ¿estamos teniendo en cuenta esta realidad en las políticas nacionales, en los debates parlamentarios o en las propuestas electorales?
Vivir en la Ruralidad constituye, claramente, un debate trascendente. Y en próximas notas, publicaremos los aportes de argentinas y argentinos sobre esta cuestión. Algunas de las personas que expresarán su opinión viven en el campo y otras en las ciudades, tienen distintos perfiles, actividades, profesiones y vocaciones políticas, económicas y sociales.
Esta debiera ser una cuestión de interés nacional, en el más amplio sentido de esa palabra. Pero como este es un comienzo, no es mi intención dar o expresar lineamientos o condicionar a quienes se van a expresar en El Agrario sobre este tema, aunque sí tirar alguna punta para incentivar el intercambio, si cabe la intención.
Por lo pronto, se me ocurrió el atrevimiento de rescatar unos pocos párrafos relacionados con la ruralidad que forman parte de un trabajo más grande al que denominé “Apuntes para la Campaña” y que se publicó en 2013 como aporte para la discusión y la formación políticas de jóvenes políticos y sindicalistas.
Así que sugiero tomarlo como tal, como una propuesta salida de un argentino preocupado por su país.
Nuevo concepto demográfico: volver la mirada hacia el campo
La política demográfica tendrá como eje central a la recolonización del campo argentino. Consecuentemente, se efectuará una planificada descentralización ejecutiva, conservando la centralización de la conducción general del Estado, que abarcará todas las estructuras públicas del país.
La participación ciudadana se verá reforzada por la conformación de miles de nuevas poblaciones que, a una escala más humana y en perfecta armonía con el medio ambiente, posibilitarán un estándar de vida mucho más elevado que el que hoy podría aspirarse en las grandes ciudades.
Pueblos con autosuficiencia energética (energía solar, eólica, hidráulica), comunicados con el país y con el mundo, con servicios educativos y de salud, con centros comunitarios y un horizonte cierto de producción y trabajo, permitirán brindar una nueva posibilidad de vida a millones de familias argentinas.
La democracia directa, en esos nuevos pueblos de nuestro interior, será tan real como necesaria, porque será un renacer de las esperanzas, de los ideales, de las ilusiones de vivir en paz, con trabajo, felices y seguros de su felicidad futura.
Te invito a sumar tus ideas en relación con estas cuestiones. Por favor, enviá tus aportes a direccion@elgrario.com y con gusto los publicaremos.