HACE 100 AÑOS

Brutal y bochornosa represión a trabajadores rurales

Se está cumpliendo el Centenario de los Mártires de la Patagonia Rebelde. Desde El Agrario, hasta el 22 de diciembre próximo, vamos a ir aportando datos históricos sobre los hechos, circunstancias y personajes de esta tragedia que vivieron miles de trabajadores rurales patagónicos hace un siglo que dejó una mácula imborrable en las fuerzas militares y policiales de nuestro país.

Por Jorge Pirotta | 04-11-2021 12:29hs

Hace exactamente cien años, el 4 de noviembre de 1921, partía el buque "Guardia Nacional" desde Buenos Aires con destino a Río Gallegos. En esa nave iba el teniente coronel Héctor Benigno Varela, al frente de 200 efectivos del ejército argentino. Comenzaba el dramático y vergonzoso desenlace de una lucha de reivindicaciones absolutamente elementales de los trabajadores de entonces.

El Gobierno de Don Hipólito Yrigoyen había dado la orden a Varela de “poner fin” a la huelga patagónica. Y el militar consideró que la mejor manera de poner fin a la huelga era eliminando a los huelguistas.

 

En 1919, luego de finalizada la Primera Guerra Mundial, el precio de la lana, principal producción agropecuaria de la Patagonia Sur, cayó estrepitosamente, lo cual repercutió sensiblemente en los ingresos de los propietarios de las estancias de Chubut y Santa Cruz, quienes mayoritariamente eran de nacionalidad británica o descendientes de británicos.

Pero el resultado de esa pérdida económica lo sintieron en carne propia los trabajadores rurales que vieron disminuir sensiblemente sus salarios y fueron obligados a soportar condiciones laborales humillantes.

La jornada normal de los trabajadores rurales era de 12 horas, la de los esquiladores y los arrieros de alrededor de 16 horas; los salarios eran ínfimos y en la mayoría de los casos pagados con bonos o en moneda extranjera, la cual debían cambiar en los comercios, pero era tomada por un valor menor. Los peones tenían que dormir hacinados en rudimentarias viviendas faltas de higiene. Para completar el negro panorama, el único día de descanso laboral era el domingo.

 

La organización sindical era embrionaria. La Federación Obrera Regional Argentina (FORA) había organizado en Río Gallegos, Provincia de Santa Cruz, la Sociedad Obrera de Río Gallegos. Al frente de la misma estaba un anarquista de origen español llamado Antonio Soto, conocido como el Gallego Soto, quien comenzó a agitar la organización de una protesta.

A partir de allí se desarrolló en toda la región una sucesión de reclamos de los trabajadores hacia los estancieros que incluían: el pedido de no compartir el catre, que en recintos de 16 metros cuadrados no durmieran más de tres hombres, que se le entregase a cada obrero un paquete de velas por mes, que no se trabajase los sábados, que los botiquines de primeros auxilios estuvieran en castellano (estaban en inglés), que se mejoraran las raciones de alimentos, un sueldo mínimo de 100 pesos en moneda nacional y el reconocimiento de la Sociedad Obrera como representante legítimo de los trabajadores, pidiendo además poder elegir un delegado de los trabajadores por estancia.

Estas demandas fueron rechazadas de plano por los estancieros y la entidad que los representaba, la Sociedad Rural. Los trabajadores respondieron declarando la huelga general en toda Santa Cruz.

En sucesivas entregas, iremos recordando los principales pasajes de esa lucha con reivindicaciones elementales que, sin embargo, terminó de la peor manera con miles de trabajadores rurales fusilados por soldados del ejército argentino.

 

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