Mitos y leyendas argentas

¿De donde proviene la frase “es cosa e´ Mandinga”?

¿Quién no habrá escuchado, pronunciado o aseverado alguna vez ante algún suceso de no creer, “es cosa de mandinga”?

Por Redacción El Agrario | 24-03-2020 04:30hs

¿Quién no habrá escuchado, pronunciado o aseverado alguna vez ante algún suceso de no creer, “es cosa de mandinga”? Zupay o Supay, es el nombre autóctono que se usaba y se usa aún hoy en nuestro país para nombrar al diablo; mandinga, gualichu o huecuvu según la provincia o región.

La tradición oral va describiendo a este ser como una entidad del mundo de los muertos, o de los infiernos en la mitología animará, a quien los aborígenes le rendían culto para evitar que les hiciera daño. Tiempo después de la conquista, el cristianismo representó en él la figura del diablo.

Es enemigo del Bien, ya sea representado por la figura del Dios cristiano o por la figura del Dios indígena creador del universo. Es el causante de todas las desgracias en las casas y especialmente en el campo. Todo lo que no se puede explicar es autoría del Zupay o cosa de Mandinga, ¡y unas cuantas veces al pronunciar su nombre a santiguarse rápidamente se ha dicho!, no vaya a ser cosa que se le dé por aparecerse…

Hay varias descripciones del personaje en cuestión. Los narradores de historias lo van describiendo de acuerdo a esas “apariciones”: mitad hombre, mitad macho cabrío, con cuernos, muy peludo, patas de chivo con grandes pezuñas, con muchas formas para manifestarse ante los hombres, como un viento huracanado, con una silueta hermosa de mujer, un gaucho montando un caballo de largas crines y hasta un enano travieso, también un viejo que le gusta andar recorriendo los campos y al que le gusta filosofar, andrajoso y sucio; la cuestión es, que siempre trae el mal y la desgracia, ya sea con sequías, inundaciones, incendios, pestes y otras yerbas.

Habita en la “Salamanca” debajo de la tierra o en una cueva rodeado de víboras, cerdos y escuerzos. Más de una vez se metamorfosea y se convierte en un lindo hombre en lugares de sitios y placeres. Salamanca es un vocablo quechua equivalente a “aquelarre”, reunión de brujas, almas condenadas y seres demoníacos que bailan, beben desenfrenadamente y planean maldades contra los seres humanos de buena fe. El Zupay preside esas reuniones tan particulares porque es “el rey de la Salamanca”.

Algunas historias se refieren al Zupay como un viajero de la noche que aparece con un trueno, una llamarada o una nube amarillenta con un fuerte aroma a azufre, luego de haber sellado un pacto a cambio de un alma, se retira de la misma manera.

En algunas regiones de Sudamérica es venerado como un dios, sus seguidores le hacen ofrendas. Yo, por las dudas, me persigno.

 

Fuente consultada: El arcón de la historia argentina.

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