Los argentinos nos caracterizamos por tener distintas o diferentes pasiones, un buen tango, un asado, un equipo de futbol, un alfajor, un libro de Borges, estudiar la próxima carrera en Pellegrini, una historieta de Mafalda, y tantas otras imposibles de enumerar, pero creo que la pasión que supera a todas las que podamos mencionar es “el Mate”, sin importar las edades ni las clases sociales porque el mate es un vínculo emocional, una simple infusión que llega al corazón de todo un pueblo argentino. Durante el 2020 los argentinos consumimos 268 millones de kilos de yerba.

En horas largas es nuestro fiel confidente y compañero, testigo de charlas y pensamientos, el mate siempre te espera y te hace saber cuándo llegamos a casa.

El mate es nuestra identidad, nuestro ADN, nuestra infusión nacional, pero me atrevo a decir que el mate es un fenómeno cultural, el que nos identifica como argentinos. En horas largas es nuestro fiel confidente y compañero, testigo de charlas y pensamientos, el mate siempre te espera y te hace saber cuándo llegamos a casa. “El mate es muy nuestro”, representa nuestra tradición, nuestras costumbres asociada a la hospitalidad del hombre de campo, a lo rural y lo gauchesco.

Cada 30 de noviembre se celebra el Día Nacional del Mate por la Ley 27.117, dicha ley fue sancionada por el Congreso de la Nación en diciembre del año 2014 en homenaje al Caudillo Andrés Guacurarí, popularmente conocido como “Andresito”. La normativa fue publicada en el boletín oficial en febrero de 2015 celebrándose el primer “Día Nacional del Mate” el 30 de noviembre del mismo año.

Andrés fue un militar y caudillo guaraní misionero. Fue uno de los primeros caudillos federales de las Provincias Unidas del Río de la Plata en la historia argentina. De origen guaraní, gobernó entre 1815 y 1819 la provincia Grande de Misiones, fue apadrinado y adoptado como hijo por José Gervasio Artigas quien le permitió firmar como hijo.

Este hábito fue difundido de tal manera que llego a ser un gran comercio desde la zona de cultivo hacia todo el Virreinato del Rio de la Plata.

El mate y su origen

Para conocer el origen del mate debemos remontarnos a los nativos guaraníes, ellos no solo utilizaban las hojas del árbol para hacer una bebida, sino que, además, la utilizaban como objeto de culto y moneda de cambio con los otros pueblos. Para el guaraní el árbol de la yerba no es un árbol y nada más, es un árbol por excelencia, ellos lo consideraban un regalo de los dioses y era una fuente de energía para las largas caminatas por la selva.

Con el correr de los años los guaraníes les enseñaron a los conquistadores las virtudes del mate y las formas de tomarlo, este hábito fue difundido de tal manera que llego a ser un gran comercio desde la zona de cultivo hacia todo el Virreinato del Rio de la Plata.

La primera plantación de yerba fue en el año 1.903 en Santa Ana provincia de Misiones, hasta ese momento la yerba que se consumía se cosechaba en los grandes yerbales de la selva, la tala de árboles nativos y la explotación desmedida de estos yerbales termino destruyendo este recurso.

Que debemos tener en cuenta para preparar un buen mate

Para esto hay muchas y muy diversas opiniones, pero en general lo que más se recomienda es arrancar los primeros mates con agua tibia e ir mojando solo la yerba donde ponemos la bombilla, después del tercer o cuarto mate se agrega el agua a una temperatura de entre 75 y 80°C. En las cebaduras posteriores se va mojando la yerba restante, de esta manera vamos a tener una cebadura rendidora y muy sabrosa.

Para honrarlo en este día, “sin un buen mate hoy no arranco”.

Como todas las tradiciones el hábito de tomar mates va pasando de generación en generación, como padres sentimos un gran orgullo cuando nuestros niños empiezan a tomar mates y nuestros hijos, por su parte,  sienten que dejan de ser chicos para comenzar a ser grandes.

Para honrarlo en este día, “sin un buen mate hoy no arranco” y en agradecimiento “me acompañara durante todo el día”.

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