El Chasqui
Los chasquis eran los mensajeros calificados de antes, que recorrían amplias extensiones de tierra llevando información de un lado a otro.
Por Christian Fasani | 27-02-2020 06:00hs
Los Chasquis recorrieron los caminos de la patria con la noble tarea de entregar mensajes, indicadores de un sistema de comunicación que casi fue excluyente, desde los tiempos que ni siquiera el caballo se conocía. Fueron resistentes a la fatiga, con mentes despejadas, fieles, hombres de confianza, entre muchos otros atributos que tenían los chasquis criollos que cruzaron de Sur a Norte y de Este a Oeste los caminos de la patria.
En un principio llevaban siempre una trompeta de caracol llamada pututu, para anunciar su llegada y alertar a su relevo. La información era traída en una porra, un atado a la espalda, donde transportaban objetos y encomiendas. En la cabeza, para ser identificados, llevaban un penacho de plumas blancas.
No sólo trasportaban correspondencia, sino también dinero, mensajes importantes y secretos, confiados a su memoria, totalmente reservados. Luego, con el tiempo, no sólo fueron sabios en conocimiento del terreno y en la habilidad para interpretar las huellas, sino que demostraron también destreza para cabalgar.
Los chasquis durante su camino corrían el riego de ser acechados por los saltadores o malones indígenas. Además, debían afrontar las condiciones que la naturaleza ponía en su camino como tormentas, inundaciones o caminos devastados por incendios. Su complemento más importante eran las postas, lugares físicos donde paraban a renovar sus monturas y descansar cuando el tiempo se los permitía.
Fueron grandes protagonistas de hechos históricos y generalmente lo hacían sin comprenderlo del todo, fueros agentes difusores de noticias y cultura, fueron verdaderas “gacetas ambulantes”
Nada era capaz de detener el cumplimiento de su deber, la única preocupación de los chasquis era llegar a destino el día y a la hora señalada. ¡Ni el frío, ni el sol, ni los ríos desbordados, ni los peligros de los bosques fueron capaces de detenerlos!
En las postas designadas ya se sabía el horario en el que tenían que llegar los chasquis y se los esperaba con un caballo listo para seguir el camino a galope tendido con la valija atada a la grupa.
Los habitantes del campo los reconocían desde lejos por los remolinos de polvo que alzaban en su precipitada marcha y cuando tenían necesidad de sus servicios, salían a su encuentro. Luego de un corto descanso, los chasquis encendían un cigarrillo, apretaban la mano de su interlocutor, hincaban la espuela al caballo y volvían a emprender viaje a través de las llanuras, para emprender enseguida el regreso