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El Coyuyo

También llamado Cigarra, el Coyuyo se caracteriza porque en los momentos de mayor calor emite una potente y monocorde vibración.

Por Redacción El Agrario | 18-03-2020 05:05hs

Este insecto también llamado cigarra se caracteriza por aturdir a la hora de la siesta con su fuerte canto, en los momentos de mayor calor emite una potente y monocorde vibración perturbando los oídos de la gente. Su nombre “coyuyo” proviene del quichua y en guarany su nombre es “ñambarucca”. Es el encargado de anunciar cuando llega el verano.

Las cigarras tienen un cuerpo ancho, ojos grandes y alas transparentes. Su coloración va entre marrón oscuro, verde, negro y gris. Algunas variantes muestran en su esqueleto pequeñas manchas que se alternan con puntos brillantes y mates.

Miden entre 15 y 65 milímetros de largo. Su cabeza está en posición de reposo hacia atrás. Su dorsal es reducido, pero desarrollado, y sus patas cortas tienen de una a tres divisiones.

Este animal posee dos pares de alas uniformes y compuestas por membranas, que se reproducen y se colorean con diferentes tonalidades. Cuando están en reposo, adquieren forma de tejado.

Su guitarrear monótona alegra a los serranos.

La cigarra tiene un aparato bucal ductor, por el cual se alimentan de la savia de los árboles y de otras plantas.

Es creencia generalizada que el canto del coyuyo (cigarra o chicharra) hace madurar la algarroba. El coyuyo comienza a cantar en diciembre cuando las vainas ya han llegado a su completo desarrollo. Entonces su estridente concierto se prolonga desde el alba hasta el anochecer, llegando a hacerse ensordecedor en las horas de mayor calor.

Hay paisanos que aseguran conocer por el canto del coyuyo el grado de madurez de la algarroba, y si la cosecha resultará buena o mala. Creen además que la insistencia del canto se debe a la borrachera del coyuyo, que mientras canta absorbe el elixir del sagrado árbol.

Recogida la algarroba, el coyuyo desaparece misteriosamente hasta la próxima fructificación.

Su alimentación depende de la algarroba y la superstición confirma que, si la mano del hombre priva a los “coyuyos” de la libertad, la producción de la algarroba será pobre, “Su guitarrear monótona alegra a los serranos"

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