'El dueño de la milonga en Uruguay”
'No soy folclorista, soy cantor popular uruguayo y mi canto es fundamentalmente de raíz campesina. Todo es milonga, milonga madre, madre incluso del tango y del candombe'
Por Marisa Massaccesi | 10-05-2020 04:00hs
A mitad de los años sesenta irrumpió el “fenómeno Zitarrosa”, un tipo de explosión que se dio en los cuatro puntos cardinales del territorio uruguayo. Fue un artista increíble y con una voz única. Pero ¿quién era ese tipo medio gaucho, medio orillero? según la descripción de su amigo Enrique Estrázulas.
Alfredo Iribarne nació el 10 de marzo de 1936 en Montevideo. A los 19 años toma el apellido Zitarrosa de un argentino que se convirtió en su padre adoptivo. En sus pagos, fue vendedor de muebles, oficinista e imprentero.
En 1954, su inclinación se perfiló por lo artístico, comenzando como locutor de radio, ya que su voz portentosa, le facilitó el camino. Luego se convirtió en presentador y animador, libretista, informador y actor de teatro. Fue también escritor, poeta y periodista. En esta última actividad, se destacó su labor en un semanario uruguayo.
Su sensibilidad y humanismo lo llevaron a expresar sus sentimientos escribiendo poemas, en los que intentaba justificar lo que parecía injustificable.
Desde el principio, se caracterizó como el dueño de una de las grandes voces del canto popular latinoamericano, con raíz en el folclore y una marcada ideología de izquierda. Su estilo era varonil, con su voz de tonalidad grave y un acompañamiento de guitarras, que le dieron su sello inimitable.
“Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra...Cómo haré para que sientas mi torpe amor mis ganas de sonarte entera y mía...”
Debutó como cantor popular junto a César Calvo y Martín Torres en 1961, iniciando una carrera artística marcada por sus numerosas variaciones de la milonga, su género preferido. Pese al carácter universalista de su compromiso político, no creía en las canciones universales, y toda su capacidad de creación tuvo que ver con la singularidad de su país.
En ese su primer disco se encuentran todos los elementos que hicieron que el uruguayo tenga un porvenir “cantado”: su prodigiosa voz de registro grave, bien timbrada, increíblemente agradable, con algunos recursos que vienen del tango, y su capacidad de generar inmediata empatía y emoción. El clásico sonido de sus arreglos de guitarra, su talento para componer melodías bellas y letras poéticas, combinación que arroja como resultado grandes canciones, entre las que se destaca como un de las mejores de su carrera Milonga para una niña y El Camba.
Más de una vez dijo: "No soy folclorista; soy cantor popular uruguayo, y mi canto es fundamentalmente de raíz campesina; todo es milonga, milonga madre, madre incluso del tango y del candombe".
En los primeros años de los ‘70, Zitarrosa fue perseguido, censurado y hasta detenido por su adhesión a la idea frenteamplista y su itinerario político, siempre dentro de los márgenes de la izquierda. Fueron épocas duras, donde el artista conoció el exilio y nunca volvió a ser el mismo. Fue un hecho trágico en su vida, que lo moldeó de una manera de la que ya no había vuelta. Alfredo era comprometido políticamente y el exilio lo convirtió en un ser reflexivo y profundamente observador de la situación política de entonces. En el exilio soportó la más desgarradora de todas las etapas. Casi no tocaba ante público y no tenía motivación por crear. Estaba consumiéndose lentamente bajo el fuego de la nostalgia: "Mi corazón y mi mente están en Uruguay. Yo vivo aún en Montevideo. Trabajo de cantor popular exiliado. Soy cantor popular exiliado"
Sin embargo, fue durante el exilio Zitarrosa que compuso uno de sus mejores temas, “Guitarra Negra “, considerado por la crítica como su creación “épica" más importante, surgida en el período 1973-83 .
Finalizada la prohibición de su música, como la de tantos otros artistas en nuestro país, luego de la Guerra de Malvinas, se radicó nuevamente en Buenos Aires, donde realizó tres memorables recitales en el estadio Obras. Un año después volvió a su país, donde tuvo un recibimiento emotivo e histórico. “la experiencia más importante de mi vida”, señaló.
Cómo no recordar, “Crece desde el pié”, “Si te Vas”, “Melodía Larga”, “Adagio a mi país”, Guitarra negra”, “Compadre Juan Miguel” y tantas que nos llevaría mucho tiempo enumerar pero que las tarareamos mientras lo recordamos, como le cantaba a Carlos "Becho" Eizmendi, a quien le dedicó el tema El violín de Becho:
“Porque a Becho le duelen violines
Que son como su amor chiquilines
Becho quiere un violín que sea hombre
Que al dolor y al amor no los nombre”
Su discografía es extensa. Con más de 25 discos editados dejará para las futuras generaciones de uruguayos, argentinos y todos los que disfrutamos su obra, el recuerdo de una estupenda voz. Un cantor popular de raíz campesina, mezcla de tango y candombe.
Por morir, por vivir, porque la muerte es más fuerte que yo canté y viví en cada copla sangrada, querida, cantada, nacida y me fui”
Alfredo Zitarrosa murió en 1989, en su país.
El Agrario se despide de sus lectores, compartiendo otro de sus grandes éxitos;
“Stefanie”
Stefanie, no hay dolor más atroz que ser feliz,
Decías anoche ouve-me, por favor, bésame aquí.
Stefanie, sé que tu corazón fala de mim
Y eso es dolor, Stefanie.
Stefanie, yo ayer estaba solo y hoy también
Pero en mi cama ha quedado el perfume de tu piel.
Te veo salir, correr por el pasillo del hotel,
La vida es cruel, Stefanie.
Stefanie, hay una sombra oscura tras de ti;
De tu ternura, recuerdo la mirada azul turquí,
Los pies calientes, tus palabras de amor en portugués,
Pero no a ti, Stefanie.
Stefanie, hazme saber si va a sobrevivir
Entre la gente, el color de tu pelo, Stefanie.
Debes vivir la soledad que sales a vender
Sé más mujer, Stefanie.
Stefanie, yo tampoco te quiero, mas tu amor
Por el dinero ha olvidado al obrero y al señor;
Esta canción que pregunta por ti, que no ha dormido,
Es puro olvido, Stefanie.