Fast-Food, desde hace 2000 años en Pompeya
Por Luis Chervo | 02-01-2021 03:00hs
El concepto de comida rápida o comida al paso, es un estilo de alimentación que se prepara y sirve para consumir en forma inmediata, en la calle o en galerías preferentemente, el consumidor se acomoda en improvisadas mesas, banquetas o bien lo hace en forma de pie. Parecería ser un término del marketing moderno, Fast Food.
La historia nos indica que recién en el año 1912, es el tiempo de la inauguración del primer automat, un local que ofrecía comida detrás de un vidrio y por una ranura se abonaba a un cajero.
Tanto en Europa como en Asia, fueron testigos de estas sanas costumbres de comer sin cubiertos, en forma rápida y simple, sin mozos, atendidos por sus dueños y con alimentos elaborados en el momento. Esto requiere ahora y lo fue antes, una dinámica en el orden de los alimentos, en la confección de los mismos muy particular, que debía respetar un modo, un estilo de elaboración. Esto es lo que se propone descubrir en los estudios que se están realizando hoy en las ruinas de Pompeya, la bella Italia, la mediterránea perla en donde surgen, como de un paraíso, olivos, peces del mar, frutas de los árboles, tierra de buena agua y buenos pastos, en donde se han criado, durante años, cerdos, ovejas y vacas de buena calidad.
Se conoce por memoria escrita y algunos hallazgos puntuales, en la vieja Roma, el Gran Imperio, que se solía comer panes con oliva, especies, o el faláfel en el Medio Oriente, aunque, nunca antes se pudo aseverar que existiese la elaboración de comidas calientes a base de res, aves, caracoles o pescados macerados, como se está a punto de corroborar gracias al trabajo de arqueólogos en las ruinas (no tan ruinas) de la Vieja Pompeya, que fue tapada por las cenizas volcánicas en la año 79 D.C.
Los artistas Italianos son famosos por sus estilos milenarios, y buen gusto en la expresión con los pinceles y los grafitos, es aquí en donde confluyen los caminos del arte gastronómico con el arte de la pintura y el dibujo, pues se han encontrado relieves magníficos que parecen hechos en 3D, en los cuales se aprecia, por ejemplo, Nereida montada en un caballito de mar, o un gallo que le falta cacarear, en las ilustraciones de este Fast Food.
La erupción volcánica del año 79 D.C. cambió esa potencia del Sur de Italia, tapándola con lava y ceniza, dejando muerte y destrucción que hoy, gracias a curiosos arqueólogos, reaparecen a la luz de la Modernidad.
Lo que más entusiasma es revelar los hábitos de consumo hace 2.000 años, en épocas de Jesús y sus discípulos, cuando muchos de ellos cruzaron esa zona del Gran Imperio Romano llevando la palabra de Dios.
Estos lugares de comida calientes eran conocidos en la época Romana, como termopolio (Thermopolium) o también llamado por los estudiosos, snack bar. Según relevamientos de los arqueólogos, solo en Pompeya existían unos 80 de estos lugares gastronómicos.
En paredes que hacían de mostradores y con redondos recipientes que tenían comidas o bien hoyas, y debajo fuegos, que mantenían las temperaturas para servir los alimentos, es en ellos en donde se encuentran los tesoros gastronómicos a descubrir, como huesos de animales, residuos de alimentos, que ya algunos han trascendidos, como carnes de cerdos, caracoles, ternera y pescados, que permitían gustar los buenos alimentos, en medio de un ámbito decorativo sin igual, lleno de colores y telas que ayudaban a cuidar del sol del mediterráneo.
Este verdadero testigo del tiempo pasado nos llenará de nuevas sensaciones que ellos compartían en la hermosa Pompeya, como sabores, olores, lo que bebían, y saber si al margen del Syrah, había otras cepas que saboreaban en aquella época, como unas nuevas que terminan de descubrir en cuevas de Cerdeña.
Estos datos serán investigados bajo microscopios, sobre fríos azulejos, en algún laboratorio de la lejana Italia, pero darán respuestas a las inquietudes de cómo vivieron nuestros ancestros, pues de algún lado viene el deleite natural que muchos tenemos, al ver una albaca, un pescado, una cebolla, productos del mediterráneo, que rociados con un oliva y una copa de vino tinto, pueden ser lo más cerca que estemos del paraíso.
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