Misterios del monte

El Kakuy, nuestro pájaro fantasma

También conocido como 'Urutaú', esta ave de hábitos nocturnos se confunde con el color de la corteza de los árboles o ramas secas. Con un perfil misterioso y desconocido por muchos, cuenta con varias leyendas en su haber.

Por Redacción El Agrario | 22-03-2020 11:13hs

Al pájaro Kakuy o Urutaú,su nombre en guaraní y quechua respectivamente, se lo conoce también como “pájaro fantasma”, ya que camufla su plumaje con la corteza de los árboles del monte, o “pájaro estaca”, porque generalmente se encuentra posando en el extremo de los árboles, inmóvil y erguido durante el día. Pero es en la oscuridad de la noche, cuando esta ave despliega la magia de sus ojos amarillos y emprende su vuelo enérgico, de planeos altos, para salir de caza.

En el noroeste se lo considera como pájaro de mal augurio sobre todo si canta cerca de las casas. Hay quienes dicen que su grito melancólico persistente, como un lamento humano, que varía en intensidad y volumen, sorprende y asusta a más de un desprevenido.

Lo cierto es que existen dos especies de este pájaro, el Urutaú Común y Urutaú Coludo, y en la provincia de Corrientes y Formosa pueden observarse ambas. Aunque también comenzaron a hacer apariciones en el norte santafesino y los montes de Córdoba; no olvidemos que así es como se comportan los fantasmas.

El Kakuy mide entre 33 y 38 centímetros y tiene un plumaje abigarrado de tomos marrones, pardos, negros y grises que le permite pasar desapercibido durante el día. Cuando se siente amenazado, mantiene sus ojos cerrados, pero esta ave misteriosa, todo lo ve. Gracias a unas adaptaciones en sus párpados superiores, no pierde ningún detalle de su entorno.

Aunque por su apariencia no inspire confianza y parezca un temerario depredador, el Kakuy se alimenta a base de insectos voladores. Su dieta se basa principalmente en polillas.

También se destacan por ser padres dedicados al cuidado de sus pichones. Entre los meses de noviembre y diciembre pone un solo huevo, en el hueco de alguna rama y allí lo incuban de día el macho y de noche, la hembra. Si bien no construyen un nido, en esa rama se quedan con el pichón una vez nacido y durante el día giran a su alrededor para protegerlo del sol. A los 40 días el pequeño se emancipa y va en busca de su propio lugar.

 

La leyenda del Kakuy

Cuenta la leyenda que en tiempos muy remotos habitaba una pareja de hermanos indígenas, varón y mujer, siendo el hombre el mayor de la choza luego de quedar huérfanos tras la muerte de sus padres. El joven era muy noble y trabajador, un muchacho de buenos sentimientos dedicado plenamente al cuidado de su hermana, a quien consentía con hermosos regalos. Ella era muy perversa, le hacia la vida imposible y lo trataba de lo peor.

Un buen día al llegar el joven de una larga jornada de trabajo, le pidió a su hermana que le preparara un poco de agua endulzada con miel, ella muy molesta por el pedido la fue a buscar pero antes de entregársela la dejo caer  sobre el cuerpo de el.  Al día siguiente, repitió la maldad pero esta vez le arrojó comida, lo que provocó un gran malestar en el hermano, y por eso decidió abandonar la choza e internarse en lo profundo de la montaña.

El joven dolido y triste por el comportamiento de su hermana deambulaba por los tenebrosos bosques, se sentaba en la orilla de un árbol y recordaba los sabores de las mejores frutas, algarrobas, arvejas y frutos secos, alimentos que le llevaba a su hermana para que comiera lo mejor que conseguía en el campo. A pesar de todo su dolor, Desde las montañas la abastecía de igual manera, brindándole la mejor miel de abejas y quirquinchos que cazaba para que se alimentara.

Ya cansado de los desprecios y humillaciones que le hacia la muchacha, decidió darle un buen escarmiento invitándola a pasear por la montaña, una invitación que escondía venganza.

Cuando llegaron al lugar el joven hizo subir a la muchacha al árbol más alto para conseguir la mejor miel, mientras la acompañó trepando del otro lado del arbusto. Cuando se aseguró que ella estaba a gran altura, comenzó a descender y con un hacha cortó todas las ramas, dejándola en la cima sin forma de bajar.

El muchacho se fue alejando lentamente, y su hermana quedó en lo más alto del árbol, presa del terror, cuando cayó el ocaso y la oscuridad de la noche su miedo se transformó en horror.

Al pasar el tiempo en la fría noche, su garganta se secó de tanto gritar y su lengua enmudeció,su cuerpo comenzó a temblar. Todo su espíritu quedó consumido por el remordimiento, algo que ni su mente podía controlar.

Sus pies se convirtieron en garras filosas, como si fuera un búho, su nariz y las uñas se arquearon, sus manos se comenzaron a transformar en enormes alas, y todo su cuerpo se cubrió de enormes plumas, observó que se convertía en un ave nocturna.

Esto dio origen al Kakuy, el desespero que desgarró su garganta con los fuertes gritos llamando a su hermano. Hoy se escucha en las oscuras noches de la montaña, un grito desgarrador: ¡Kakuy! ¡Turay! ¡Kakuy! ¡Turay!….. que en el lenguaje quechua significa “¡Hermano…Hermano!”.

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