Los Canoeros
Los verdaderos jinetes del río.
Por Christian Fasani | 08-03-2020 12:32hs
Desde lo alto de las barrancas se observa la figura de estos grandes trabajadores en busca del sustento diario, los pescadores del río Paraná, hombres que anudan historias de agua. Sus vidas están aferradas a redes y canoas luchando con la correntada del río y en sus huesos están grabadas las huellas del clima e intensas horas a la intemperie.
En las miradas de los pescadores se refleja la tristeza cuando recuerdan las épocas de abundante pique, la mayoría mantienen el legado de su familia y prolongan la tradición a nuevas generaciones. Otros se fueron asentando junto al río por el placer de trabajar y vivir cerca del agua. Tampoco faltan aquellos que se hicieron pescadores como consecuencia de los masivos despidos laborales de las últimas décadas.
Los pescadores no tienen horario, suben al lomo del río en el momento que les parece apropiado o cuando hay que responder al pedido de la olla familiar.
Los pescadores no tienen horario, suben al lomo del río en el momento que les parece apropiado o cuando hay que responder al pedido de la olla familiar. En las costas entrerrianas la gente se arraigó como junco en la orilla y aún permanece su mística pesquera.
Los pescadores artesanales siguen levantando sus viejos espineles, esperando subir a su vieja canoa al gran surubí con su remendada red, aunque -más de una vez- deben conformarse con algún moncholo, amarillo, bagre o patí. Los ruidos de los motores de algunos botes todavía no pudieron con el silencio de los remos y botadores. El Paraná a lo largo de su cauce contiene muchas historias que con el tiempo llegaron a ser canción. Una de ellas es Puerto Sánchez, canción de Jorge Méndez:
“Se despierta Puerto Sánchez en mi Paraná/la canoa pescadora se deja llevar/un murmullo palanquero, un lento matear/un gurí descalzo juega, con arena, nada más".
Y lo de la "arena, nada más", refleja a muchos pescadores que aún perduran tratando de ganarle al río, aunque lo respetan tanto como el gaucho a la tierra. Es que en definitiva son los gauchos del agua, verdaderos jinetes de las canoas.
Fueron gauchos en todos sus aspectos, tuvieron que dejar de ser jinetes para convertirse en canoeros. En las costas del río todavía queda algún rancho de paja y paredes de capipotí, el querosene ya fue reemplazado por la electricidad y el agua que se decantaba del río paso a ser agua corriente.
Es que en definitiva son los gauchos del agua, verdaderos jinetes de las canoas.
En los últimos años, los pescadores del Paraná tuvieron muchas complicaciones, con la construcción de obras tales como el túnel subfluvial y del puente Rosario–Victoria se hicieron muchos terraplenes con lo cual se taparon muchas bocas de lagunas, lugares que funcionan como refugio para los peces para ir a desovar. Los hombres del Paraná no se resignan a que esta labor milenaria desaparezca aguas abajo, todavía se ven los baquianos con el palo cruzado al hombro y los extremos llenos de pescados, ese gran fruto del agua dulce que tanto se vende en los mercados de la ciudad.