Nuestros próceres y la música folklórica
Estas líneas tratan de dar a conocer, en apretada síntesis, la histórica relación que existe entre la tradición musical de nuestro suelo con respecto a la vida de algunos de nuestros próceres.
Por Gabriel O. Turone | 26-04-2020 01:00hs
Como es de público conocimiento, el folklore es la ciencia pueblerina que condensa las prácticas de una población determinada, las cuales se acumulan y transmiten de generación en generación mediante eso que llamamos tradición. De allí la perdurabilidad de lo folklórico a través de los siglos.
De lo folklórico surge, entre otras manifestaciones, la música nativa, y dado que proviene del pueblo fácil es cotejar que toma lo mejor de éste, como ser las acciones de sus próceres o arquetipos. Aquí encontramos, entonces, la histórica ligazón entre las personalidades que tonificaron nuestra argentinidad con su música más enraizada.
Existen varios ejemplos de cómo esos mismos próceres han contribuido al enriquecimiento del folklore musical, sea como creadores de nuevos géneros o como vehículos de sus sonidos hacia distintos países hispanoamericanos y regiones de nuestro territorio.
José de San Martín, por caso, gustaba de la música nativa, y en sus ratos libres solía puntear con una guitarra criolla el tema La gota de agua, pieza que le fuera enseñada por el profesor catalán Fernando Sor en el año 1797, cuando el Libertador contaba 18 o 19 años de edad. Otro dato de la relación que tenía el correntino con nuestro folklore lo anota don Lázaro Flury, al señalar que géneros como El Cuando y La Sajuriana, originarios de Argentina, se extendieron hacia Chile “en las guitarras del ejército Libertador del general San Martín” en la época de la Guerra de la Independencia.
Tenemos el ejemplo del general Manuel Belgrano, a quien se le atribuye la invención de un género folklórico de salón: La Condición. También aquí el contexto fue la guerra independentista. Meses antes de librarse las decisivas batallas de Tucumán y Salta (1812 y 1813, respectivamente), el creador de la Bandera fue invitado a una reunión de gala en Catamarca, en la cual iba a ejecutarse un nuevo género folklórico con el objeto “de homenajear a los que lucharían por la libertad hasta vencer o morir”.
Sin embargo, antes de que sonaran las nuevas armonías Belgrano puso como condición el que su compañera de baile fuera la dama Elcira González de Olmos, perteneciente a distinguida familia patricia de la zona. No obstante, la pieza ya había sido previamente ensayada por Belgrano y la señorita catamarqueña Josefina Cardozo, pero el estreno oficial sería acompañando a la esposa de Olmos. Por las condiciones impuestas por el general Belgrano, es que este género folklórico quedó inmortalizado bajo el nombre La Condición. Con los triunfos patrios, el género se difundió por Salta, Jujuy y Tucumán, donde fue rápidamente aceptado por los paisanos.
Más acá en el tiempo, se dice que Juan Manuel de Rosas y Facundo Quiroga eran avezados malambeadores, y el primero un esmerado rasgueador de Gatos, lo mismo su hermano, el general Prudencio Ortiz de Rozas. Esta habilidad de ambos hermanos quedó inmortalizada en una antigua pintura al óleo de autor anónimo que se tituló <<Rosas tocando la guitarra y Prudencio bailando el Gato>>. Y en 1911, Juan Pradère, en su Iconografía de Rosas, dio a conocer una estatuilla del Restaurador de las Leyes que, ambientada en su juventud, lo encuentra sentado con una vihuela en mano y ensayando criollas piezas musicales.