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Dos años del Diego alentando desde el cielo

En la previa de la 'final' contra México, se cumplen dos años de la muerte de Maradona.

Por Ignacio Lautaro Pirotta | 25-11-2022 06:30hs

Ahí la tiene Maradona, lo marcan dos. Pisa la pelota, Maradona. Arranca por la derecha, con los botines en llamas, genio del fútbol mundial. Perseguido por los ingleses de remera blanca, como fantasmas. Pique y barrilete. Levanta la cabeza, siempre Maradona. Entra al área como una fiera imparable, pincelando la pelota. ¡Genio, genio, genio! ¡Tá, tá, tá! Enganche mortal y gol para la eternidad.

Hoy se cumplen dos años de la muerte de Maradona, y se lo extraña un montón. El 25 de noviembre de 2020 fue una tarde gris, como de eliminación mundialista, pero multiplicado por diez (10). Se fue un pedazo de mi vida, dijo el Goyco, entre lágrimas en vivo por la TV, antes de no poder decir más nada. Una descripción maravillosa, porque además el Diego era parte de nuestras vidas, de la de todos, aún sin haberlo conocido ni mucho menos compartido plantel.

Nos marcó. Marcó nuestras vidas, las de algunos más, las de otros menos. Pero nos marcó también como sociedad, más allá del fútbol. El Diego es incomparable a otros futbolistas, primero que nada porque fue más que un futbolista. Fue un héroe del fútbol y más. Es un mito del fútbol, y mucho más.

El Diego es argentinidad, es identidad, es folclore, es cumbia, rock y es tango. Con ese gol, con ese partido y con esa copa, el Diego inyectó su pulso maradoniado, adrenalínico, a generaciones. Las que lo vivieron, las que lo vieron y las que escucharon hablar de él con devoción, como si fuera un viejo mito transmitido de boca en boca, solo que en interminables videos, en dispositivos de todos los tamaños.

Tiró paredes con Dios y con la muerte. Gambeteo y forcejeó con fantasmas la vida entera. Como si fueran esos ingleses de remera blanca persiguiéndolo, eternizados en un loop donde se mezclan con coreanos de patadas asesinas y tanos de marca individual hasta el baño.

Terrenal, divino e infernal. Uno de sus peores pecados fue demostrar que muchas cosas diferentes pueden convivir en una misma persona. Nada más humano. Siempre van a estar los que juzgan y se jactan de “separar la obra del artista”. A menudo hambrientos de ejercer un referato moral. No pueden disfrutar a Maradona sin peros en la lengua.

De Fiorito al Estadio Azteca, el Diego nunca dejó de ponerse la diez y la cinta de capitán. Nunca dejó de sacar pecho y poner la frente en alto. Ni con el tobillo roto, nunca dejó de pedir la pelota. Siempre Maradona. Por eso sigue vibrando y haciéndonos vibrar. ¡Genio, genio, genio!

Diego Armando Maradona. Gratitud también a sus padres, por todo, comenzando por ese nombre maravilloso.  “Diego”, ese nombre corto y dulce, seguido de un “Armando Maradona” ríspido y redondo, elegante y musculoso, que repite el sonido de las sílabas para formar un nombre de poesías sobre el pasto y titulares en los diarios.

El Diego podía perder, como todos. Pero era de los que perdían de pie y dando todo hasta el final. Por eso, para pararlo, le cortaron las piernas. Y cortándoselas, quitaron la sed de títulos de João Havelange. Con su lengua afilada fue de los primeros en desnudar la corrupción de la FIFA. Siempre pagó el precio.

El Diego fue crack en un deporte colectivo y donde el triunfo individual es imposible. Pero también fue un héroe solitario. Llegas ahí arriba, mirás a los costados y no hay nadie. Tenía la elocuencia de los grandes líderes del siglo XX.

Se nos fue hace dos años, en una tarde que fue derrota del fútbol mundial. Se cumplen dos años justo en la víspera de una “final” mundialista contra México. Que fluya la sangre maradoniana por las venas de los muchachos. El Diego va a estar alentando y bancando a muerte.

Quiero llorar, Dios santo. Viva el fútbol

En una corrida memorable

En la jugada de todos los tiempos.

Barrilete cósmico, de qué planeta viniste

Para dejar en el camino a tanto inglés

Para que el país sea un puño apretado

Gritando por Argentina

Gracias, Dios. Por el fútbol, por Maradona

Por estas lágrimas

Por este Argentina 2, Inglaterra 0.

(Relato del gol del siglo, Victor Hugo Morales)

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