Opinión

La historia del éxito político de Cardoso y el Plan Real en Brasil

La llegada del 'superministro' Sergio Massa alimenta la comparación con el sociólogo Fernando Henrique Cardoso, quien llegó a la presidencia luego de lanzar el exitoso Plan Real para terminar con la inflación.

Por Ignacio Lautaro Pirotta | 07-08-2022 12:39hs

“Cubrí la campaña presidencial de Fernando Henrique Cardoso en 1994. Él no era tan conocido. Recuerdo una vez, estaba en la feria de Caruarú, en Pernambuco. En eso llegó la comitiva del candidato por las callecitas estrechas de la feria, todo el mundo andando detrás de él, una comitiva enorme que era más grande que la gente que lo venía siguiendo. En eso viene una señorita y me pregunta “¿quién es, quién es ese?”. Yo dije, es Fernando Henrique, el ministro que lanzó el Plan Real. “¿¡Fue él!?¿¡fue él!?,” exclamó la señorita, y agarró un billete de un real y salió corriendo atrás de Cardoso para que se lo firme”. La anécdota la contó hace poco la periodista brasileña Mónica Waldvogel en el canal Globo News, y coincide con otras que el propio Cardoso ha contado, de personas que le pedían que les firmara el billete de un real.

La llegada del “superministro” Sergio Massa ha puesto en boca de todos (los seguidores de la política, al menos) la comparación con el expresidente brasileño Fernando Henrique Cardoso (FHC), quien llegó al poder en 1994, luego de que como ministro de Hacienda lograra controlar la hiperinflación por medio del exitoso Plan Real. Al margen de las diferencias entre un caso y otro, hay varias similitudes. La principal de ellas es que en ambos casos la demanda de la sociedad por una solución al problema de la inflación se destaca por sobre los otros temas y, en consecuencia, la solución (o no) de ese problema puede definir la elección presidencial.

Fernando Henrique Cardoso asumió como ministro de Hacienda en julio de 1993, a 17 meses de las elecciones. Dos meses antes de su asunción, en mayo, solo un 5% aprobaban al gobierno de Itamar Franco, del que Cardoso venía a ser el cuarto ministro de Hacienda en un lapso de apenas un año y medio. En 1993, la inflación anual llegó al 2567,46%, la mayor de la historia de Brasil para un año calendario y Luiz Inácio “Lula” da Silva, del Partido de los Trabajadores, era el claro favorito para ganar las elecciones programadas del 3 de octubre de 1994.

Itamar Franco se había convertido en presidente en diciembre de 1992, luego del juicio político a Fernando Collor de Mello, de quien era su vice. Collor de Mello había fallado en controlar la inflación, así como su antecesor, José Sarney, quien llegó a tener un éxito efímero con el Plan Cruzado en los ochenta. Hasta el momento, Itamar Franco tampoco había logrado bajarla, y como sus antecesores, esta carcomía su popularidad. Uno tras otro, los presidentes de la democracia no lograban solucionar la herencia de inflación y endeudamiento de la dictadura militar (1964-1985).

En su libro de memorias “El presidente improbable”, Cardoso narra el impacto de la hiperinflación en la vida cotidiana: “En los días de cobro, las personas hacían fila en el supermercado, desesperadas por gastar el dinero antes de que perdiese valor. Los precios de productos esenciales como el arroz -un alimento básico en Brasil- podían duplicarse en un día. Todos los contratos -cuentas bancarias, facturas y salarios- precisaban ser ajustados a la inflación, proceso impreciso que daba margen a una enorme corrupción. En otras palabras, un verdadero infierno económico”.

A mediados de 1993, Cardoso se desempeñaba como ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Itamar Franco. Anteriormente había sido senador y uno de los fundadores del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). Además, Cardoso era un brillante sociólogo, había sido docente en importantes universidades de Estados Unidos y Europa durante su exilio y coautor del libro Dependencia y Desarrollo en América Latina.

Durante un viaje por Japón como ministro de Relaciones Exteriores, recibió desde Brasil el llamado del presidente Itamar Franco con el ofrecimiento para ocupar el cargo de ministro de Hacienda. Según cuenta el propio Cardoso, fue tomado por sorpresa por el ofrecimiento y, aunque inicialmente dijo que no, terminó dejando la decisión en mano de Itamar Franco, quien al día siguiente (y sin muchas opciones a mano) firmó su designación.

“Una vez pasado el choque inicial de haber sido nombrado para el cargo, me cayó la ficha de que tenía la oportunidad de resolver el mayor problema de gestión pública de Brasil. En caso de fracasar, mi carrera política estaría terminada. Me convertiría en una nota al pie de página. Pero en caso de tener éxito, sería una realización histórica y, sobre todo, una gran contribución al país”, recordaría en sus memorias.

Durante todo el segundo semestre de 1993, trabajó junto a un equipo de notables economistas en el diseño del Plan Real. "Fueron consumidos kilos de café durante noches enteras". Recién para noviembre del 93, y para calmar la ansiedad, se dieron a conocer los primeros lineamientos del programa de estabilización, aunque sin demasiada información. El programa consistía centralmente en tres etapas.

Tenía la oportunidad de resolver el mayor problema de gestión pública de Brasil. En caso de fracasar, mi carrera política estaría terminada. Pero en caso de tener éxito, sería una realización histórica y, sobre todo, una gran contribución al país.

En primer lugar, un ajuste del gasto público. Para ello, el gobierno necesitaba la aprobación del Congreso para poder darle mayor flexibilidad al presupuesto y quitar la obligatoriedad de un grupo de gastos que estaban protegidos constitucionalmente. Para ello, el gobierno propuso la creación del Fondo Social de Emergencia, que en la práctica lo que hacía era flexibilizar el presupuesto, haciendo que algunas partidas del mismo, por un total de 15.000 millones de dólares, pasaran a ser de ejecución optativa y a criterio del Ministerio de Hacienda, a cargo de Cardoso. A partir de allí, el Gobierno podía ajustar el gasto. La aprobación del Fondo Social de Emergencia, por ser una enmienda a la Constitución, requería de una mayoría especial en el Congreso, algo no tan sencillo dadas las circunstancias de debilidad política.

El gobierno también necesitaba la aprobación en el Congreso por medio de una mayoría especial para el segundo paso del programa de estabilización, la creación de la Unidad de Valor Real (UVR). La UVR fue una cuasi moneda, utilizada exclusivamente como patrón de valor monetario en la transición entre la vieja y la nueva moneda. Varios precios y valores contractuales fueron convertidos de Cruzeiros a UVR, como los salarios, los beneficios sociales y los contratos del sector público. Pero además, los precios de los bienes y servicios eran establecidos en UVR, aunque pagados en cruzeiros. Es decir, el consumidor veía ambos valores, aunque pagaba en cruzeiros. De esa forma, percibía cómo el cruzeiro perdía su valor, al tiempo que la UVR se mantenía estable, familiarizándose así con la estabilidad de la futura moneda, el real.

La aprobación de todo el paquete, que además del Fondo de Emergencia Social y la UVR incluía otros puntos, fue bastante ardua. En un momento de negociaciones estancadas y completa paralización en el Congreso, Cardoso, ministro de Hacienda, se pronunció por cadena nacional de radio y televisión ultimando a los legisladores a que votaran a favor o en contra del programa, pero que votaran de una vez. La gran presión social por darle solución al problema de la inflación hizo también lo suyo, y al día siguiente el Congreso le dio aprobación a la primera parte del paquete.

Las negociaciones por esas medidas contaron con la articulación de Cardoso en el Congreso para reunir la mayoría especial. Además, como explica el politólogo Sérgio Abranches en su libro Presidencialismo de Coalición, sirvieron para estrechar los lazos entre los tres partidos que serían la base legislativa del futuro gobierno de Cardoso, a saber: PSDB (de Cardoso), PMDB y PFL. Para entonces ya era evidente, como cuenta Abranches, que Itamar Franco consultaba a Cardoso para temas más allá de los relativos a Hacienda. El ministro, además, ya era el candidato del oficialismo a la presidencia ante un Itamar Franco imposibilitado constitucionalmente para competir por la reelección.

A esa altura estaba claro que la elección estaría definida por el éxito o no del Plan Real. Por otra parte, el hecho de Cardoso ser candidato también causaba criticas y acusaciones de que el plan era meramente electoral y podría descarrilarse una vez consumado el triunfo del oficialismo. Algo similar ya había sucedido con el Plan Cruzado, en 1986, que alimentó un excelente desempeño del oficialismo (entonces con Sarney) en las elecciones legislativas de ese mismo año, pero que luego vio como la inflación volvía a descontrolarse.

La aprobación del UVR en el Congreso permitió su implementación entre los meses de marzo y junio de 1994. Sin embargo, la inflación no cedía ante un escenario de incertidumbre por la efectividad de la futura nueva moneda. En abril la inflación mensual fue de 42,7%, en mayo 44,0% y en junio 47,4%. En mayo, Lula estaba con 42% de intención de voto, contra 16% de Fernando Henrique Cardoso, según Datafolha. La derrota del oficialismo a manos del exdirigente sindical era casi segura.

Sin embargo, el primero de julio se concretó la tercera etapa del plan de estabilización. Fue abandonada la UVR y se puso en circulación la nueva moneda, el real, que equivalía a un dólar. Todos los precios de la economía pasaron a estar en reales, y un real equivalía, a su vez, a lo que habían sido hasta el 30 de junio 2.750 cruzeiros.

Cardoso explica en sus memorias que el nombre de la nueva moneda, el real, tiene en portugués varios sentidos: “Todos ellos reflejando convenientemente las intenciones de nuestro proyecto. Al denotar realeza, nos remitía a la moneda del mismo nombre usada en la era colonial, confiriéndole cierto aire de continuidad histórica. En cuanto a aquello que significa realidad, daba a entender que la moneda de hecho tenía un valor real y que llegaba para quedarse”. En algún pasaje del libro El presidente improbable, Cardoso también menciona que los problemas del Brasil de entonces eran muy difíciles para cualquier político, pero que para él, por ser sociólogo, tal vez resultaban un poco más sencillos.

Semanas antes había comenzado el Mundial de fútbol de 1994, en Estados Unidos. Para el momento del lanzamiento de la moneda, Brasil ya estaba en octavos de final. “Yo sabía, naturalmente, que ni un acontecimiento espectacular en el campo de fútbol sería capaz de compensar eventuales fallas técnicas del Plan Real. Un bello gol de penal no pondría fin mágicamente a la inflación. Pero no podíamos ignorar el estado de espíritu general en el país y la manera como podría tener impacto en el real. La economía en gran parte es una cuestión de expectativas; cuando las personas esperan que un nuevo negocio o una nueva política fracase, generalmente es lo que sucede. Lo contrario también es verdad”. El aspecto técnico del plan era fundamental, pero Cardoso, sociólogo de formación, también sabía de la importancia de ese tipo de cuestiones relativas al comportamiento social.

La inflación de julio de 1994, primer mes del real en circulación, pasó a 6,8 puntos, desde los 47 del mes anterior. Se trató de la inflación mensual más baja en muchos años. En agosto sería de 1,9, y en septiembre, último mes antes de las elecciones del 3 de octubre, del 1,5%.

Ello se tradujo en un cambio sustancial del escenario electoral. Si para inicios de mayo Lula tenía 42% de intención de voto, en julio, el primer mes de la nueva moneda, cayó más de 10 puntos y quedó empatado con Cardoso. De allí hasta octubre, Cardoso mejoraría en intención de voto, llegando a 48% (tomando los votos positivos válidos ya se proyectaba que ganaría en primera vuelta), mientras que Lula caía hasta los 22 puntos. La trayectoria de la intención de voto de los dos candidatos dibujaba una "X" perfecta de la mano del éxito del Plan Real. Fernando Henrique Cardoso ganaría las elecciones en primera vuelta con el 54% de los votos, contra 27% de Lula.

El éxito del Plan Real se tradujo en un contundente éxito político dada la relevancia que había adquirido el problema de la inflación para la población brasileña. El caso guarda similitudes con la Argentina actual y despierta en algunos la fantasía de que el nuevo ministro de Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura se convierta en un Fernando Henrique Cardoso.  Aunque las diferencias también son grandes, el caso brasileño deja la enseñanza de que enfrentar un fenómeno complejo como la inflación no solo requiere un buen plan económico, sino también de una comprensión de los comportamientos humanos que alimentan dicho fenómeno. En ese sentido, Fernando Henrique Cardoso tenía la desventaja de no ser economista, pero en contrapartida era un gran político y un brillante sociólogo

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