Los motivos de la inflación mundial ¿tendencia pasajera o de mediano plazo?
Impulsado por la suba del petróleo, los alimentos, la emisión monetaria y problemas en las cadenas productivas, el aumento de precios a nivel global supera las expectativas para lo que va del año. Aunque predomina el análisis de que es un fenómeno pasajero, podría haber motivos para preocuparse.
Por Ignacio Lautaro Pirotta | 18-07-2021 12:00hs
La recuperación económica a nivel mundial está dando lugar también a un proceso de inflación global, impulsada por los precios de las commodities, interrupciones en las cadenas productivas y, de acuerdo a la mayoría de los economistas, la elevada emisión monetaria para financiar los paquetes de ayuda económica.
El incremento del 50 % del valor del petróleo es uno de los principales motivos de la inflación global. En 2020, en medio de las fuertes medidas de contención de la pandemia el consumo de petróleo se desplomó, y con él su precio. La respuesta de los países nucleados en la OPEC, el gran cartel de productores de petróleo, fue reducir drásticamente la producción de crudo, haciendo que el precio se componga. Ahora, con la economía mundial recuperándose y con un crecimiento fuerte en China y Estados Unidos, los cuales requieren grandes cantidades de petróleo, la producción ha quedado muy por debajo del consumo y los países comienzan a agotar sus reservas. A esto se suma una disputa al interior de la OPEC -por la intención de Emiratos Árabes de incrementar su propia producción más allá de lo establecido por el cartel- que bloquea la toma de decisiones en el seno de la organización. Para esta semana se esperaba que el conflicto se destrabe y la OPEC finalmente decida incrementar el volumen producido, algo que no sucedió por las diferencias de Emiratos Árabes, motivando nuevas subas del crudo ante la falta de determinaciones. Dado que la matriz energética mundial se centra en los hidrocarburos, el aumento del precio del crudo afecta de manera indirecta al conjunto de la economía.
En el caso de los alimentos, de acuerdo a un informe de la FAO (la agencia de Alimentación y Agricultura de las Naciones Unidas) publicado en junio, el incremento fue del 40 % interanual. Al efecto que tiene el aumento del petróleo sobre los alimentos se le suman otros asociados específicamente al sector agropecuario. Como los factores climáticos en Estados Unidos y Brasil, que impulsaron los precios durante la primera mitad del año, aunque con un pronóstico mejor a partir de julio, haciendo que los precios de los granos retrocedan este último mes. No obstante, otro factor que impulsó la suba de precios fue el alto consumo de China, tanto de granos como de carne.
Dentro de la suba de alimentos la carne merece un párrafo aparte, sobre todo la bovina. En este rubro se da una conjunción de factores, desde la baja disponibilidad en Australia (que no ha recuperado su stock ganadero) y Brasil, hasta las medidas de control de exportaciones en Argentina (cuarto exportador mundial de carne). A los problemas de oferta se le suma el aumento del consumo en China y Estados Unidos. El incremento del consumo de la potencia asiática es de largo plazo y asociado a la mejora de las condiciones de vida de su población. Por último, el incremento del precio de las commodities, especialmente el maíz, afectan a la carne vía su utilización como forraje.
Estados Unidos ya acumula una inflación del 5,4 % en los doce meses acumulados, superando ampliamente las expectativas. Gran Bretaña informó que llegó a los 2,5 % y en la Unión Europea se espera que para fin de año, con la economía mejorando, esté cerca de 4 % interanual. El caso de Estados Unidos tiene especial relevancia, en primer lugar por su posición central en la economía mundial y el derrame sobre las otras economías, pero también podría convertirse en un caso testigo para el resto en relación al impacto de la emisión monetaria y los paquetes de ayuda económica y su impacto en la inflación. Para la ortodoxia económica o pensamiento dominante, la inflación es esencialmente monetaria. De allí que la emisión (más oferta de la moneda) redunda en una pérdida de valor, produciendo suba de precios (inflación). No obstante, hay quienes sostienen que esto no es así. El caso argentino y el fracaso de las medidas monetarias de mitigación inflacionaria adoptadas durante el gobierno de Mauricio Macri abonan la segunda corriente.
Otro de los factores que está presionando a la inflación son los problemas en las cadenas productivas, luego del parate por la pandemia, ocasionando un cuello de botella en la producción al retomar la actividad, tal el caso de los automóviles en Estados Unidos. El caso de los microtransmisores va más bien en sentido contrario, ya que el cuello de botella se produjo por el incremento de la demanda en 2020 en consecuencia de las medidas de aislamiento y el incremento del consumo de equipos de tecnología. Esto redunda en un aumento del precio de los microtransmisores, pero también en un traslado a otros bienes como consecuencia de las dificultades en la producción y la posterior escasez de oferta. Durante 2020 algunas montadoras de automóviles de Estados Unidos directamente suspendieron la producción de unidades debido a la crisis de los semiconductores.
Esta suma de factores ha producido el incremento de precios a nivel mundial en los últimos 12 meses. El gran interrogante es qué sucederá hacia adelante. Según el diario estadounidense Financial Times, la mayoría de los economistas y bancos centrales del mundo considera que la tendencia es pasajera. Al respecto podemos decir que son dos las variables que más incertidumbre generan. Por un lado, la mencionada teoría monetarista para explicar la inflación, la cual será puesta a prueba en la pospandemia con los paquetes de estímulo y la emisión en alta. En segundo lugar, la expectativa inflacionaria puede conducir a demandas por aumentos salariales, que a su vez, dependiendo su alcance, podrían redundar en más ajuste de precios.
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