Lula y un importante triunfo de cara a la gobernabilidad
El mandatario brasileño logró el triunfo de sus candidatos para presidir tanto la Cámara de Diputados como el Senado, un hecho clave para el manejo del Congreso.
Por Ignacio Lautaro Pirotta | 05-02-2023 11:20hs
Como sucede cada inicio de febrero cada dos años, fueron renovadas las autoridades del Congreso brasileño mediante votación del propio colegiado. A diferencia de la Argentina, en el país vecino la presidencia del Senado y de Diputados, así como el resto de las autoridades del Congreso, son elegidas mediante votación en cada cámara. Lula apostó por la continuidad de los anteriores presidentes, y ganó.
La elección de autoridades del Congreso se preconfiguraba desde el momento del triunfo electoral de Lula, allá por octubre, como el primer gran desafío y una de las primeras decisiones importantes en materia de estrategia política. Centralmente, Lula debía decidir si respaldaba a los actuales ocupantes de la presidencia tanto de Diputados como del Senado o impulsaba candidatos propios, del Partido de los Trabajadores o ideológicamente afines.
Lula optó por los anteriores ocupantes: Rodrigo Pacheco, del Partido Social Demócrata (PSD), en el Senado, y Arthur Lira, del Partido Progresista (PP), en Diputados. En el caso de Diputados, la opción por Lira tiene algunas implicancias. En primer lugar, Lira fue un aliado importante de Jair Bolsonaro y una apuesta del entonces presidente de la República de quitarle la presidencia de la cámara al opositor Rodrigo Maia. Lira, no obstante, es un hombre que refleja a la perfección la naturaleza del llamado Centrão, el grupo de partidos brasileños que tiene una fuerte predisposición a ser oficialista, independientemente de la ideología del gobierno, siempre a cambio de cargos y recursos. Los partidos del Centrão estuvieron con Bolsonaro y ahora están con Lula.
Por lo tanto, mantener a Arthur Lira al frente de Diputados supuso darle espacio y continuidad al oportunismo del Centrão. Pero hay más. Arthur Lira es, desde que se convirtió en el presidente de Diputados, uno de los hombres más poderosos de Brasilia. Esto es así, no sólo por el cargo, sino fundamentalmente por la amplia articulación política que ha llevado adelante. La decisión de Lula fue la de no confrontar con el poderoso Lira, puesto que dado el resultado de octubre y la composición de Diputados resultante, la derrota estaba casi asegurada. Lira consiguió ser reelecto por 464 votos sobre 513 diputados, el 91%, y pasó a la historia como el presidente de la Cámara más votado. Por supuesto que el oficialismo también tuvo que ver con ese resultado, pero la base fue el poder construido por Lira.
En el Senado, la continuidad de Rodrigo Pacheco tuvo una elección más ajustada. Allí el bolsonarismo logró estructurarse en torno a la candidatura de Rogério Marinho, exministro de Bolsonaro. Además en el Senado, en octubre pasado, lograron ser electos políticos fuertemente identificados con el expresidente Bolsonaro, como su vice, Hamilton Mourao, Damares Alves y Marcos do Val.
Marinho, el candidato bolsonarista en el Senado, consiguió 32 votos, una cifra nada despreciable a pesar de no haber conseguido ganar la elección. Esto muestra que el gobierno de Lula podrá tener algunos inconvenientes en el Senado. Por ejemplo, el número alcanzado por la oposición nucleada en torno a Marinho es suficiente para, en caso de quererlo, abrir una Comisión de Investigación Parlamentaria (CPI), para que se necesita ⅓ del total de senadores.
Por otro lado, los 49 votos de Pacheco (el candidato oficialista) llegan justo a los ⅔ del Senado, la cifra necesaria para aprobar Proyectos de Enmienda Constitucional (PEC). Las PECs son un instrumento muy utilizado por los presidentes brasileños, ya que la Constitución Federal del país es extensa y se adentra en diversos aspectos que en otros lugares suelen ser materia de leyes, y no parte de la Constitución. Por ello, reformas de distinto tipo suelen requerir enmiendas constitucionales (PECs).
El proyecto más ambicioso del naciente gobierno Lula es precisamente una PEC: la reforma tributaria. El gobierno brasileño está elaborando una reforma en donde sean simplificados algunos impuestos, se mejore la capacidad de recaudación y al mismo tiempo se incrementen alícuotas para los sectores de más ingresos. El resultado del Senado, con un 49 a 32, en donde 49 es el número justo para llegar a los ⅔ necesarios para la PEC, muestra la dificultad que tendrá por delante Lula para negociar con el Senado.
Así como en sus dos primeros gobiernos Lula impulsó reformas a un ritmo gradual, negociando tanto como con los actores políticos dentro del Congreso como como con los actores económicos, este tercer mandato nace con un importante condicionamiento en materia de políticas económicas. En gran medida, ese condicionamiento se debe a una elección legislativa regular en octubre pasado, cuando era sabido que para gobernar con un poco más de soltura Lula necesitaba una muy buena elección para el Congreso. En segundo lugar, por el imperio de los partidos tradicionales y conservadores de Brasil, mayormente liberales en lo económico y que ya se disponen a imponer algunos límites a la agenda del Ejecutivo